miércoles, 23 de octubre de 2024

The trident code







Seré sincero contigo: no soy un héroe. Claro, los medios tratan de calificar a cada Navy SEAL como una especie de Batman vestido de camuflaje. Incluso hay una frase en una de nuestras cadencias militares: «Superman es el hombre de acero, no es rival para los Navy SEAL». Has visto las películas, somos infalibles, invaluables, invencibles. Pero aquella noche, esa sobre la que leíste en la prensa... lo único que yo quería era echar un polvo.
Un polvo inofensivo con una prostituta en Aruba, sin compromisos. La elegí de una formación en un burdel, su pelo oscuro, piernas largas y una sonrisa ladeada. Después de hacerme sexo oral, me relajé en el catre chirriante y manchado de semen, agradecido por la dicha que me proporcionó, cuando olvidé por un segundo los rostros de mis compañeros que murieron porque tomé la decisión equivocada, las lágrimas de los niños que no pude salvar y los ojos de los enemigos que maté.
Pero antes de irme, sus ojos marrones escudriñaron mi alma. Susurró con un marcado acento californiano: «Me llamo Annie Hamilton. Soy ciudadana estadounidense. Me secuestraron en las vacaciones de primavera hace cinco años. Eres mi última esperanza. Por favor, sálvame».
Una súplica desesperada. Esto no es un éxito de taquilla de Hollywood ni un thriller superventas del New York Times. Sé que esta vez no hay lugar para las excusas ni margen para los errores. Tengo una sola oportunidad de ponerme la capa y ser su héroe invencible.

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Seré sincero contigo, no soy un santo. Claro, cuando rechacé mi contrato como jugador de fútbol americano de 9.6 millones de dólares para unirme al equipo Navy SEAL, los medios de comunicación me consagraron como un desinteresado, patriótico y un héroe estadounidense. Pero esa misión sobre la que leíste en la prensa, comenzó como una aventura de una noche.
Una aventura de una noche con una universitaria en San Diego, sin promesas para el mañana. La conquisté en un caliente club nocturno. Tiene un sexi pelo rubio, caderas curvilíneas y un buen trasero. Saboreé su dulce caricia, la esencia de su perfume y el sonido de su risa. Después de que ella me montó toda la noche, contemplé la vista del océano desde mi casa, agradecido por los momentos de felicidad que me proporcionó para superar mi largo despliegue.
El destino quiso que me cruzara de nuevo con Miss San Diego, al otro lado del mundo, en Afganistán. Resulta ser que es una animadora profesional enviada en una gira para entretener a mi equipo. Su convoy sufrió una emboscada y los insurgentes la retuvieron como rehén en las montañas.
Miré sus hermosos ojos azules y le di mi palabra de que estaría a salvo. Mi palabra es sagrada. No importa quién es el responsable, tomó a la chica equivocada. Porque destrozaré este país hasta encontrarla.
Nunca ganaré el título de jugador más valioso, nunca conseguiré el anillo de campeón, pero algunos héroes no juegan. Tengo solo una oportunidad de ponerme la capa y ser su héroe invaluable.


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