martes, 7 de mayo de 2024

Doctores actualizado 4

 




He renunciado a los hombres para centrarme en el trabajo de mis sueños, que empiezo el lunes, pero mi mejor amiga me convence para que me divierta una última noche, así que me organiza una cita a ciegas.
Acepto porque él se va a ir a África con Médicos sin Fronteras en unos días.
Sin duda, es la mejor cita de mi vida. El doctor África me hace reír y me pone tanto, tanto, que quiero hacerle un examen físico completo. Es así como se convierte en el doctor Aventura-de-una-noche, y no siento el más mínimo remordimiento por ello.
El lunes por la mañana me siento entusiasmada y emocionada a la vez, hasta que me topo con… ¿Lo habéis adivinado ya?
Al parecer, a nuestra cita no asistió el doctor África, sino que le sustituyó su hermano, también médico, y ahora trabajo en el mismo hospital que el hombre con el que pasé la mejor noche de mi vida.
¿Os he mencionado ya que es mi nuevo jefe?
Creo que voy a tener que ir directamente a Urgencias para encontrar cura a lo que siento por el doctor Inalcanzable.










Un jefe, su ayudante, una tormenta de nieve y una sola cama. ¿Qué más podría salir mal?
Lo llaman Doctor Perfecto.
Yo lo llamo Doctor Distante, Doctor Arrogante, Doctor Si-vas-a-despedirme-hazlo-de-una-vez.
Si tuviera otra opción, presentaría mi dimisión, pero, por desgracia para mí, necesito el trabajo. Así que decidí aprovechar la oportunidad de impresionarle entregándole en persona unos documentos importantes.
Sí, es cierto que en ese momento se encontraba en una remota isla escocesa... aunque yo lo tenía todo previsto...
Hasta que se canceló la salida del ferry de vuelta, no encontré ninguna habitación libre en la isla y se desató una tormenta de nieve.
Por lo que he acabado encerrada con mi jefe —un hombre impresionantemente guapo que casi no se sabe mi nombre— en una pequeña cabaña de solo un dormitorio en medio de la nada.
Pero, a diferencia de la nieve en el exterior, su mirada helada ha empezado a derretirse, y me parece que no vamos a necesitar un generador para mantener el calor en el interior.





Mi vida era muy tranquila hasta que llegó Vincent Cove, un millonario americano insultantemente sexy.
Pensé que lo nuestro solo iba a ser una aventura de una noche y que jamás volvería a verlo, pero ha regresado para convertir la mansión inglesa en la que vivo y trabajo en un glamuroso hotel.
Por encima de mi cadáver.
Ya sé que solo soy una camarera de una ciudad pequeña, y poco puedo hacer ante la inmensa fortuna de Vincent, pero no me rendiré sin pelear. Voy a vencer a esa apisonadora millonaria.
Si hubiera sabido lo que planeaba, no me habría acostado con él, y ahora estoy absolutamente decidida a ignorar la química que hay entre nosotros; pero su encanto me despista, su insistencia me irrita y sus antebrazos, su mandíbula firme y su sonrisa diabólica me exasperan.
Al menos, no tengo que preocuparme de que vaya a quedarse: él mismo dice que es un trotamundos incapaz de asentarse en ningún sitio, así que no hay ninguna posibilidad de que me dé tiempo a enamorarme de él...

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¿Qué puede hacer una estadounidense famosa con el corazón roto cuando está en Londres tratando de olvidar a su ex? Obviamente, buscarse un prometido falso.
He viajado a Londres para esconderme de la prensa sensacionalista mientras intento superar una ruptura difícil con mi novio de toda la vida. Al salir de una cafetería me tropiezo con un muro. Solo que no es un muro: es un inglés guapísimo... y acabo de tirarle un café caliente por encima.
Mi víctima no solo me perdona por mancharle la camisa, si no que cuando le cuento que necesito quitarme a la prensa de encima, no duda en hacerse pasar por mi prometido.
Nuestro acuerdo es claro: nada de esto es real... excepto que cuanto más tiempo pasamos fingiendo ser pareja, más difícil se me hace cumplir mi parte del trato. Y su ardiente mirada me dice que a él le podría estar pasando lo mismo.
Por cierto, ¿os he comentado ya el cuerpazo que tiene cuando jugamos al Twister y acabamos desnudos? Tengo que reconocer que hace que me derrita.
Estoy empezando a pensar que mi prometido falso podría tener madera para ser un excelente marido...

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