miércoles, 28 de agosto de 2024

Cracks actualizado 2





La vida solía ser sencilla.
Era una chica de ciudad con sueños humildes. Entonces Dylan O'Dea irrumpió en mi apartamento, me sujetó contra la pared y me dijo que me callara.
Fue como en las películas, donde el universo se concentra en una sola escena. Lo miré a los ojos y supe que iba a cambiarme.
Para Dylan, el cielo siempre estaba cayendo. Me mostró cómo nuestro mundo es una contradicción de belleza y fealdad. Cómo elegimos ignorar lo horrible y cubrirlo con lo agradable. Cómo se necesita sólo una gotita de algo desagradable para crear cualquier gran aroma.
Bastante profundo para un par de adolescentes que viven en un bloque de apartamentos de protección oficial en el centro de Dublín, ¿verdad? Seguramente. Pero no éramos los típicos. Los dos teníamos nuestras obsesiones. La mía era cultivar cosas, la de Dylan eran los olores. Él me enseñó a usar la nariz y yo lo introduje en la magia de las flores.
No tenía ni idea de que un día construiría un imperio a partir de lo que empezamos juntos. Pero antes de eso, hubo amor y felicidad, tragedia y desamor épico...
Me llamo Evelyn Flynn y voy a hablarte de una grieta en todo.


2




Volvió a mí a los 16 minutos y 59 segundos de la Sinfonía N.º 7 de Beethoven. 7.
Nos separamos en medio de una tragedia, así que me pareció poético. Dylan O'Dea, mi amor de la infancia, lo había significado todo para mí. Ahora éramos extraños y, sinceramente, después de once años nunca pensé que volvería a verlo.
Yo vivía en el mundo de la media, de cobrar por horas y hacer presupuestos para llegar a fin de mes. Pero Dylan vivía en el mundo de la riqueza y el éxito. Había logrado las grandes cosas que siempre sospeché que lograría. La insatisfacción que había sentido de adolescente había sido obviamente un excelente motivador.
Empezó un negocio desde cero, fue pionero en una marca y creó perfumes adorados por mujeres de todo el mundo. Sólo era una de las personas que había estado allí antes. Ahora vivía su mejor vida en el después.
Y yo, bueno, llevaba un tiempo en un lugar oscuro. Lenta pero seguramente, estaba dejando que la luz volviera a entrar, pero me faltaba algo. Yo era una frase inacabada con una elipsis al final. Y quizá, si era lo bastante valiente para arriesgarme, Dylan podría ser mi final feliz.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario