Su Gracia, Martin MacGalloway, conocido como el libertino más notorio de Gran Bretaña, hereda una finca en ruinas en Escocia después de la muerte de su padre. Lady Julia St. Vincent, enfrentando la penuria, se disfraza de hombre para servir como administrador del Duque de Dunscaby. A pesar de sus intenciones iniciales, se ve atraída por el encantador Duque, y mientras trabajan juntos para restaurar su finca, su vínculo se profundiza. Martin presenta a Julia a la sociedad londinense, lo que lleva a situaciones humorísticas y embarazosas. Cuando Martin se da cuenta de sus sentimientos por Julia, se empeña en ganarse su corazón, lo que conduce a una búsqueda romántica en un baile de máscaras.
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Lady Charity MacGalloway es amante de los perritos, paseos largos por el campo, y aguaceros de verano, pero no quiere saber nada de la Temporada, los bailes o los herederos pomposos que se encuentran en busca de esposa.
Harry Mansfield no sólo el carnicero del pueblo de Brixham, sino también es un boxeador, y no tiene nada que ver con la alta sociedad. Pero cuando Lady Charity entra en su tienda, ella logra darle la vuelta a todo lo que él pensaba acerca de las damas de alta sociedad.
Lady Charity no solo le contrata para reparar el tejado de su establo, también negocia con cierta astucia un acuerdo con él en el cual la hermana de Harry recibe lecciones de lectura a cambio de lesiones de boxeo para ella. Todo va muy bien hasta que Charity es vista asistiendo a uno de los combates de “El Carnicero”, de inmediato, la familia de ella la traslada a Londres para atenuar cualquier impresión de escándalo.
Cuando empieza la nueva Temporada, Charity no se alinea con las jóvenes esperanzadas de encontrar marido. Tampoco quiere las flores, sonetos escritos en su honor ni paseos en carruaje por el parque. Desea desesperadamente a Harry Mansfield, sin importarle si trabaja como carnicero o boxeador y no reparará en mientes hasta conseguirle.
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El Capitán Gibb MacGalloway que puede que adorara a las mujeres, no las permitía a bordo de su buque....
Las féminas son una distracción demasiado grande para su tripulación… y él mismo, la verdad sea dicha. Pero cuando su hermano, el Duque de Dunscaby, le pide ofrecer un transporte seguro a la Srta. Isabella Harcourt, la hija de un antiguo amigo de la familia, a Gibb no le queda más remedio que transigir. Sin embargo, no es hasta que la joven sube a bordo, que se da cuenta de que la Srta. Harcourt es la preciosa patito feo a la que había engañado para que le diera un besito el día anterior.
Isabella Harcourt pensaba que sería una solterona el resto de sus días..
Hasta que su padre le anuncia que ha hecho un arreglo de matrimonio para ella con un minero de plata en América que le dobla en edad. Puede que se sintiera decepcionada al saber esta noticia, pero ella acepta su destino y se sube al barco, su vida hecha jirones. Lo peor es que las cosas se vuelven más desalentadoras cuando ella se cruza con la mirada de ojos azules del hombre que le había dado su primer beso sólo el día antes, un beso muy apasionado. Ahora tenían que hacer la travesía cruzando el Atlántico, fingiendo que nunca hubo una atracción entre ellos dos, fingiendo que no se habían conocido. Después de todo, ella está prometida con otro hombre, y el capitán está casado con el mar. Para cuando el buque llegue a Savannah, ¿podrán esta pareja de enamorados despedirse el uno de la otra?
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Cuando Lord Andrew MacGalloway está de acuerdo en asistir a una fiesta haciéndose pasar por su hermano gemelo, lo hace con buenas intenciones. Después de todo, no sería justo para con la prometida de su hermano si no asumiera el manto de su hermano gemelo. Aunque es una cosa inconveniente, tiene toda la intención de hacer que el evento sea agradable para la Srta. Eugenia Radcliffe, charlando con ella de banalidades, paseos largos con acompañante y bailando el número apropiado de valses.
Excepto que los planes cuidadosamente detallados cuando uno se hace pasar por su hermano tienden a salir mal, especialmente cuando los gemelos no son copias exactas el uno del otro.
Cuando Eugenia descubre que Andrew no es el hombre con el que está prometida, se siente humillada y desesperada. Antes de llegar a la fiesta, sospechaba que su prometido no iba a cumplir su promesa de matrimonio y ahora tiene la prueba de eso.
Sin otra elección, Eugenia renuncia al compromiso de matrimonio. Incapaz de permanecer en Escocia ni un minuto más, huye. Andrew se siente fatal por este indeseado giro y corre tras la chica, decidido a salvarla de su arruinamiento. ¿Pero desea la belleza decidida ser rescatado por el guapo Highlander, o tiene ella otras aventuras en mente?
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Lady Grace MacGalloway es la más lograda de sus hermanas. Asistió al prestigioso Seminario Northbourne para Señoritas lo cual alegró a su madre inglesa, la Duquesa Viuda de Dunscaby, Grace canta muy bien, toca el pianoforte, sus bordados son impecables y habla cuatro idiomas. Cuando entra en una habitación, todas las personas se vuelven para verla, lo cual es precisamente la razón por la cual el soltero más elegible de toda la Cristiandad, el Príncipe Isidor la ha elegido como novia. Desde su nacimiento, Grace ha sabido que estaba destinada a convertirse en princesa. Y, al fin, su sueño se hace realidad.
Excepto que las expectativas de las jóvenes son a menudo nada más que promesas sin cumplir. Incluso las chicas de buena cuna como Lady Grace, nacidas en familias poderosas a menudo descubren que el matrimonio por conveniencia no cumplen sus expectativas. Cuando el mundo de Grace se hace mil pedazos, está mortificada, deseando nunca más volver a enseñar su rostro en sociedad, deseando nunca más mirarle los ojos a un hombre. Pero cuando se oculta en el pabellón de caza de su familia en las Tierras Altas de Escocia y se despierta después de una mala caída, son los ojos de un forajido social lo que le hace preguntarse si ha pasado toda su vida siguiendo un sueño equivocado.
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Kenneth, quien asume el rol del vizconde Berwick, llega a Londres para investigar la verdadera causa de la muerte de su hermano. Posiblemente, este hombre murió en su cama, pero Kenneth no está de acuerdo con los hallazgos del médico. Mientras el nuevo vizconde comienza a reconstruir los últimos días de la vida de su hermano, él no espera que Lady Modesty MacGalloway lo engañe ni quiere que la chica obstaculice su investigación.
Durante toda su vida, Modesty ha sido subestimada debido a su llamativo cabello rojo y su rostro lleno de pecas. Mientras el vizconde Berwick piensa que ella es lo suficientemente tonta, como para no darse cuenta que él “tomó prestada” su peineta de diamantes, ella está decidida a recuperarla. Sin embargo, una vez que se entera de su razón para cometer este hurto, la situación cambia. Intrigada por la oportunidad de demostrar su valía, Modesty le ofrece a Kenneth un ultimátum, que él no puede rechazar. Uno que inesperadamente la lleva por el camino del peligro, no solo para su persona sino para su ardiente corazón.
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