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Más traicioneras que la guerra... son las batallas dentro de un corazón.
Encaramados entre ramas y sombras, observamos, maquinamos, luchando por un reino olvidado y abandonado.
Hasta que la arrancamos con nuestras garras,
Nuestra prisionera, nuestro peón, nuestro juguete.
Ella es inocente y pura.
Frágil e indefensa.
Pero tan culpable por la sangre.
Ella nos llama bestias.
Malvados y perversos.
despiadados y crueles.
Somos todo eso y peor.
Uno de nosotros le ofrece refugio bajo sus alas, susurrando promesas de placer.
Buscando redención.
El otro anhela romperla en mil pedazos.
Susurrando promesas de dolor, buscando venganza.
Atrapada entre nuestras plumas.
Ella soporta nuestros deseos desquiciados.
Nuestros secretos, nuestras mentiras.
Nuestros retorcidos planes.
¿Se rendirá a nuestra oscuridad, o luchará por un destino cada vez más difícil de alcanzar?
Bienvenida a la Corte de los Cuervos, pequeña paloma blanca.
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